Las ardillas son animales muy populares, especialmente entre los niños, pero, aunque esta especie de roedores sea bastante amigable con los humanos e inofensiva en la mayoría de los ecosistemas, muchas veces se pueden convertir en un problema, especialmente en los cultivos o sembradíos de alimentos en los que muchas veces se multiplican descontroladamente.
Existe una gran variedad de especies de ardillas y dependiendo de a cuál pertenezcan pueden llegar a medir de 38 a 45 cm de longitud.
Estos animales son de patas cortas y pequeñas, pero tienen muchísima fuerza, tanto que son consideradas increíbles acróbatas naturales, ya que pueden dar saltos entre grandes distancias en las copas de los árboles sin ninguna dificultad.
Sumado a ello, otra de sus características más destacables es la increíble flexibilidad de su cuerpo, que les permite moverse y trepar por todo tipo de árboles, además son capaces de colarse entre los más diminutos orificios o escapar fácilmente de depredadores, gracias a esa agilidad.
No podemos olvidar que estos pequeños roedores también pueden realizar todas estas piruetas en pocos segundos, ya que son muy rápidas y ágiles, una cualidad que las hace difíciles de cazar y las ayuda a sobrevivir en estado salvaje.
Usualmente las ardillas se valen de su prominente cola para mantener el equilibrio y no cometer errores al desplazarse o saltar de un lado a otro.
Sus uñas están especialmente diseñadas para ayudarlas a trepar, pues son muy largas, curvas y afiladas, lo que les permite clavarlas en la corteza de los árboles e impulsarse junto con la fuerza de sus patas para escalar mucho más rápido.
Algunas clases de ardillas incluso cuentan con membranas especiales entre las patas superiores e inferiores, las cuales les permiten planear, haciendo aún más fácil su desplazamiento en las alturas.
Las ardillas suelen vivir en los bosques con árboles coníferos, pues su movilidad y supervivencia mejora en estos espacios, sin embargo, han conseguido adaptarse perfectamente a las ciudades y a los parques internos en ellas.
Son muy comunes en América del Norte y también en el centro y norte de Europa.
En España estos roedores no son tan comunes, solo los hay en pequeñas poblaciones, principalmente en la zona de las Islas Canarias, concretamente en Fuerteventura, debido a los escasos bosques en la Península Ibérica.
Sin embargo, esta especie suele ser considerada un potencial colonizador, y está incluida en el Catálogo Español de Especies exóticas Invasoras, debido a su comportamiento curioso, que muchas veces las lleva a inmiscuirse en terrenos ajenos a su habitad natural.
En cuanto a su alimentación, las ardillas suelen consumir frutos secos como bellotas o nueces, aunque en algunas ocasiones estos animales al bajar al suelo deciden alimentarse de las lombrices ubicadas en las cercanías de los árboles, e incluso de huevos abandonados en los nidos de algunas aves, aunque este comportamiento es poco común.